Ser calvo y sentirse atractivo: ¿un binomio imposible?

La percepción de la calvicie ha ido cambiando con los años. En sus tiempos los actores Sean Connery y Telly Savalas ocuparon puestos relevantes en listas y rankings de los hombres más atractivos. Más adelante, fue el también actor Bruce Willis quien comenzó a aparecer en este tipo de listas tras tomar la decisión de afeitarse la cabeza y pasar a engrosar el club de los “calvos oficiales”. Y de forma más reciente, también mantuvieron su atractivo futbolistas famosos como Zinedine Zidane o Pep Guardiola cuando empezaron a lucir una cabeza “despejada”.

A estos casos famosos hay que unir los resultados arrojados por algunas investigaciones llevadas a cabo sobre el tema y que apuntan a una relación entre ser calvo y el atractivo físico. En una de ellas, realizada por expertos de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), se recabaron las opiniones de 60 mujeres que reconocieron sentirse muy atraídas por los hombres con la cabeza afeitada, a los que dieron muy buenas puntuaciones en apartados como “masculinidad”, “fuerza” o “dotes de liderazgo”. A pesar de todas evidencias, la mayoría de los hombres tienen muy clara una idea: “no quiero ser calvo”.

En efecto: la pérdida de cabello sigue siendo percibida por la mayoría de los hombres como un lastre o hándicap a nivel estético, pero también puede tener repercusiones emocionales. Así lo demostró un estudio sobre el tema llevado a cabo en la Universidad de Westminster (Reino Unido), en el que intervinieron un total de 214 hombres a los que se les preguntó sobre aspectos relacionados sobre la autoaceptación o las relaciones personales, entre otros. Las respuestas ofrecieron una visión bastante clara del impacto emocional que la calvicie puede producir: un número considerable de los participantes manifestó sentimientos de pérdida de autoestima, falta de seguridad en sí mismos, niveles elevados de estrés e incluso ansiedad y depresión.

También se sabe que la ausencia de pelo puede tener consecuencias en el ámbito laboral. Así lo demostró una investigación sobre la alopecia realizada por la firma Taylor Nelson AGB y en la que se puso de manifiesto que en un proceso de selección para un puesto de trabajo, la calvicie fue uno de los factores que intervenían en la elección de los solicitantes que iban a ser llamados para mantener una entrevista personal. De hecho, los resultados de este estudio, en el que participaron 30 responsables de selección de personal pertenecientes a distintos ámbitos, demostraron que, como media, los candidatos que lucían una cabellera poblada tenían un 25 por ciento más de posibilidades de ser convocados.

En la misma línea, los datos obtenidos del estudio “Los 100 mejores CEO del mundo, basado en una investigación de Harvard Bussines Review, señalaron que un 63 por ciento de los hombres que ocupan estos cargos no usan gafas… y que tan sólo el 11 por ciento son calvos.

Mejor, calvo total

Como ya hemos comentado, los resultados de este estudio parecen contradecirse en parte con la tendencia al alza de recurrir a técnicas como el microinjerto por la que han optado desde políticos hasta deportistas de élite, pasando por muchos actores. Pero no hay que perder de vista también que hay otro “movimiento capilar” que se sitúa en el extremo opuesto: el calvo total. Bruce Willis, Pep Guardiola, Billy Zane, Zinedine Zidane… son algunos de los ejemplos de hombres que, en un momento determinado, decidieron cortar (o rasurar) por lo sano y lucir una cabeza sin rastro de cabello.

Comodidad, búsqueda de naturalidad o, simplemente, ganas de cambiar de look son algunas de las razones que con más frecuencia dan lugar a esta decisión. No sabemos hasta qué punto los resultados de la investigación norteamericana propiciará que haya un incremento de hombres que se decanten por el look calvo total.

Y, además, la percepción social de esta opción parece ser muy positiva. Prueba de ello es el hecho de que muchos de estos personajes se encuadran dentro de la categoría de calvo atractivo.

Por tanto, parece que tanto las cabezas pobladas como las calvas son bien aceptadas. Lo que tanto a los participantes en el estudio del equipo del doctor Mannes como a la población en general no termina de convencerles, son lo que se podría denominar “calvos con pelo largo” o lo que es lo mismo, los hombres que, en su afán por disimular la calvicie, hacen auténticas filigranas con los escasos cabellos que aún pueblan sus cabezas, bien dejándolos crecer o “estructurándolos” en torno a la circunferencia craneal a modo de camuflaje.

En definitiva, si hubiera que resumir en una idea cuál es la percepción social actual sobre la alopecia, esta podría ser más o menos la siguiente: calvos o con pelo (natural o trasplantado) sí; medias tintas, no.

FOTO: Johan Oomen

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